abril 18, 2025
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En Europa y Asia Central, aunque la situación de los alimentos ha avanzado notablemente en los últimos años, persisten retos importantes relacionados con el acceso y manejo del agua, un elemento esencial para asegurar la producción agrícola sostenible. Un reciente informe de la ONU subraya cómo el manejo del agua se ha tornado un factor crucial para mantener los sistemas alimentarios, pero, a pesar de los progresos, las zonas rurales y las áreas impactadas por el cambio climático continúan enfrentando desafíos significativos.

Aunque las tasas de desnutrición en estas áreas son menores en comparación con otras regiones del mundo, la crisis hídrica y la seguridad alimentaria están íntimamente relacionadas. Las naciones de Europa y Asia Central, con menos del 2,5% de personas con subalimentación, enfrentan una inseguridad alimentaria creciente. En 2023, más de 107 millones de habitantes en estas zonas sufrieron algún nivel de inseguridad alimentaria. La situación es todavía más alarmante en áreas rurales y en países afectados por conflictos, como en el caso de Ucrania.

El informe revela que más de 64 millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable, lo que representa el 6,9% de la población. Aunque este porcentaje es más bajo que el promedio global, sigue siendo una cifra preocupante. Además, la obesidad adulta afecta a más del 20% de la población, lo que refleja una doble carga nutricional: por un lado, la subalimentación y, por otro, el exceso de peso.

El líquido vital es esencial tanto para la generación de alimentos como para la salud. No obstante, muchas zonas de Europa y Asia Central experimentan una mala gestión del agua, lo que pone en riesgo tanto la actividad agrícola como el bienestar de las poblaciones. En las áreas con una elevada tensión hídrica, el uso del agua para la producción de alimentos, especialmente para productos animales, es excesivo. Esta situación ejerce una presión adicional sobre los recursos acuáticos y empeora la falta de agua potable, afectando a las comunidades rurales y de escasos recursos que ya enfrentan dificultades para obtener servicios básicos de agua y saneamiento.

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El reporte también destaca la importancia inmediata de ajustarse a las nuevas condiciones climáticas, que incrementan la variabilidad de los recursos de agua. Las sequías más comunes y las alteraciones en los patrones de lluvia afectan de manera adversa la disponibilidad de agua y la habilidad de los agricultores para sostener una producción constante. Asimismo, la contaminación de los cuerpos de agua empeora la situación, dificultando aún más el asegurar fuentes de agua de calidad tanto para el consumo humano como para la agricultura.

Para abordar estos problemas, el informe insta a los gobiernos de la región a desarrollar estrategias hídricas que se adapten a las condiciones climáticas y sociales de cada país. Es crucial invertir en infraestructuras sostenibles, en particular en la conservación, reciclaje y reutilización del agua. También se recomienda mejorar la cooperación transfronteriza en la gestión de cuencas hidrográficas compartidas, lo que es especialmente relevante en áreas con recursos hídricos limitados.

Asimismo, es esencial reducir la huella hídrica del sector agrícola, promoviendo cultivos que demanden menos agua y mejorando la eficiencia de la producción. La adopción de tecnologías más sostenibles y la implementación de prácticas agrícolas adaptadas al clima son medidas clave para reducir la presión sobre los recursos hídricos y garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo.

El reporte finaliza haciendo hincapié en la necesidad de avanzar rápidamente hacia la eliminación del hambre en Europa y Asia Central, reforzando la capacidad de resistencia de los sistemas alimentarios ante la falta de agua. Esto implica no solo optimizar la administración del agua, sino también implementar políticas públicas más efectivas que fomenten un aprovechamiento más eficiente de los recursos hídricos, aseguren el acceso universal al agua potable y garanticen una producción de alimentos sostenible que pueda sustentar a una población en continuo aumento.

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